martes, 23 de junio de 2009

Periodismo de opinión sin fundamento


Ayer, leo un reportaje en El País titulado ‘Generación 'ni-ni': ni estudia ni trabaja’, obviamente relacionado con la juventud actual. Reconozco que no me gusta el título, quizás por eso de que trabajo y estudio (que no demasiado porque tampoco hay oportunidad), o por la generalización, atrevida al menos en principio. No observo sólo un fallo en el contenido, sino en la práctica periodística: espero que si han sentenciado así tengan una buena razón para justificarlo.

Pero para mi sorpresa, el dato que encuentran para constatar esta ‘opinión barata’ es: “El 54% de los españoles situados entre los 18 y los 34 años dice no tener proyecto alguno por el que sentirse especialmente interesado o ilusionado”. Pues eso, viene a decir que la apatía es la causa de que los jóvenes no estudien ni trabajen, cuando en mi opinión es todo lo contrario: es la consecuencia.

Considero que la desesperanza la provoca un sistema educativo (sobre todo superior) desestructurado y totalmente deficitario, y unas condiciones de trabajo míseras (en todo su conjunto: forma de encontrarlo, contratos, ambiente laboral, valores…), y finalmente todo ello lleva al bloqueo en el se encuentra la nueva generación: el infierno de decidir si tragar o renunciar.

Podrían atreverse a sugerir cómo cambiar el desastroso estado de las cosas, pero eso lamentablemente, requiere un tiempo que ellos no tendrán y una reflexión que les costará demasiado o simplemente, no querrán plantearse.

¡Qué fácil es hablar sin estar en la piel de otro! Yo creía que el Periodismo debía ser cercano a la sociedad...

Y hoy entro en uno de los blogs más leídos sobre Periodismo (aquello a lo que siempre he querido dedicarme), El Teleoperador y leo: Y el día 1 de julio llegan a la Ser los becarios de cada verano, que ya no es que no sepan escribir sino que apenas saben leer. ¡Qué risas nos hacemos!

Y al final uno se pregunta si es tan difícil poner un poco más de cuidado a la hora de escribir, si se pueden recoger testimonios para contrastar estas opiniones o dar datos objetivos sobre las condiciones de los becarios, cuánto tiempo están de media en un medio de comunicación y si finalmente obtienen el trabajo.

Claro que el supuesto opinador éste dirá seguramente que estos trabajadores (que habla de becarios como si fueran otra cosa, cuando los becarios trabajan y muchas veces demasiado) no merezcan la pena, y entonces yo recordaré que en la redacción donde curré echaron a becarios por no saber hacer su trabajo... pero dejaré esos recuerdos porque me vendrán a la cabeza las cuentas y el dinero que se ahorraron conmigo.

Hechos que se quedarán en mi experiencia personal y mi memoria. Lo que me pregunto es, ¿este señor no fue becario?

Hastiada de hablar de la precariedad laboral del sector, no he podido dejar de comentar estos dos artículos, que creo que tienen mucho que ver. Harta también de las generalizaciones de ambos, de la superioridad con la que se creen muchos profesionales para sentenciar y no ofrecer datos (y racionales por favor, que no somos tontos). En mi opinión, un periodista debe ofrecer su visión sobre algo con fundamento porque el fin último de su mensaje es que sea útil y nos haga comprender la realidad. Si no, que no se llamen periodistas y digan lo que les dé la gana, de cualquier forma y a cualquier precio, que libertad de expresión es derecho de todos los ciudadanos.

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