miércoles, 31 de marzo de 2010

AnÏs Nin.- Diario 1931-1934.


Ayer sentí unas ganas irremediables de escribir sobre el libro que estoy leyendo actualmente. El diario de AnÏs Nin es el libro con más fuerza de los he comenzado, quizás por su gran dosis de realidad, con su foto en la portada, por cada palabra relacionada con mi vida, por hablar de ese escritor que despertó en mí emociones parecidas.

“Dijo que quería quedarse el vestido rosa que yo llevaba la primera noche que me vio (…) ¿Sentimentalismo? ¿Romanticismo? Si es sincera… ¿Por qué habría de dudar de ella? Quizás es muy sensible y la gente hipersensible se vuelve falsa cuando dudan de ellos. Vacilan. Y uno piensa que no son sinceros. Sin embargo yo quiero creerla. Al mismo tiempo, no parece de tanta importancia que ella me quiera. No es su papel. Estoy tan llena de amor por ella. Al mismo tiempo noto que me estoy muriendo. ‘Eres a la vez tan decadente y tan llena de vida’. Ella es tan decadente y a la vez tan llena de vida. Nuestro amor sería la muerte” ”.- AnÏs Nin.- Diario 1931-1934.

Hay tantas frases que destacaría que he tenido que elegir más de una, tantas que expresan cosas que he sentido, que me veo como la protagonista por las calles de París, en un caserón lleno de magia; me imagino sin tener que trabajar, rendida a los placeres de la vida y entregada a mí misma, de nuevo a mis pensamientos. Pero no dejo de lado que aún tengo tiempo para mirar dentro de mí, e incluso de verme reflejada en un libro…

“Desprecio mi propia hipersensibilidad que tanto aliento necesita. Desde luego, es anormal ansiar tanto ser amada y comprendida”.- AnÏs Nin.- Diario 1931-1934.

Porque el libro me recuerda a mi. Porque el libro me recuerda a mi vida. Porque el libro me recuerda a mis amigos. A Carmen, en cada giro psicoanalista, en cada paso que da Anais, mezcla de inseguridad y superación, de emociones y raciocinio, de entrega y orgullo…A Luis, mi Henry particular, fuente de referencias literarias; dosis necesaria de realidad emocional.

“Las mujeres no han contribuido nada al psicoanálisis. Las reacciones de las mujeres aún son un enigma y el psicoanálisis seguirá siendo imperfecto mientras poseamos un conocimiento sobre los hombres como única base para nuestras hipótesis. Damos por supuesto que la mujer reacciona como un hombre, pero no lo sabemos”. AnÏs Nin.- Diario 1931-1934.

Este libro, en concreto, se ha convertido en un elemento necesario de estos días; se ha convertido en Madrid, en mis amigos, en mis sentimientos, en mis preguntas sin responder y en las respuestas que me niego a aceptar. Nunca nos conocemos lo suficiente sin ayuda exterior -quizás no siempre acertada-, pues somos demasiado egoístas, siempre algo nos paraliza (copia del libro). Tampoco creo que si me ayudaran supiera enfrentarme a lo que soy.

"Teme la crueldad de los hombres maduros y por ello al primer signo de crueldad se queda paralizada". AnÏs Nin.- Diario 1931-1934.

El libro es la rutina que mata mis días, un cielo que se nubla o bien abre, el recuerdo de una vida pasada, sus restos... pero también es la madurez de lo que siento y pienso. Me hace recordar a los que ya no están- me hacen hace reafirmar que el tiempo no existe- y me siento más yo que en otros momentos, en que los demás ejercen una fuerza excesiva sobre todo en lo que intervengo.

Cada vez creo menos en mis convicciones y considero que las experiencias son únicas; no clasifables.

sábado, 13 de marzo de 2010

Letras con sabor a nostalgia, que no despedida


Entre una papelera y motos aparcadas en la Plaza de Anton Martin, fue consciente por primera vez de que te ibas. Una plaza llena de gente, desde mis ojos solitarios y mi mirada despistada, me recordara siempre a ti. No puedo ser egoista y pedir que te quedes en las calles de Madrid conmigo, pues me puede mas el querer que te comas el mundo, que sigas tu camino y seas una persona libre.


En aquel lugar, anoche, pense en lo cerquita que estaba lavapies, destino de domigos tristes, que han sido para mi grandes dias por tu compañia y una peli, por una simple conversacion mas interesante de lo que he tenido en otros lugares durante años.


Pense en Malasaña, nuestra casa, nuestro mundo, nuestra vida... y te vi como una maestra que me ha enseñado en vivir en la calle, a ver las cosas de una forma natural y sencilla, como una manera de rebelarnos, de sentirnos libres. Senti que dos fuerzas nos habian unido y nos habian hecho mas autenticas; tu herencia de tirada y mis ganas de mantener conversaciones sin forzar mi voz, encaminadas ambas a un solo objetivo: hablar, no dormir, no pensar demasiado en las cosas que no nos gustan, volar...


Eres una de las personas que han hecho que mi vida sea un sueño. Me has querido persona y me has ayudado sin querer influir en mis decisiones, tras una manta de compresion y cariño que nunca me quitare.


Eres, en gran parte, Madrid, mi espacio, donde las fantasias pueden cumplirse. Eres imprescindible y a pesar de que te ya te echo de menos y lo hare cada fin de semana, nunca jamas dejare de verte ahi, en la calle, conmigo, como si el tiempo, que no existe,a los buenos momentos vividos, no los dejara ir.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Espejos

Se miró en el espejo y recordó aquella frase que su padre repetía cuando era pequeña: ¿Quién es la niña más guapa del mundo?

Todos esos años, lejos de buscar en su imagen la perfección, esta costumbre previa a los momentos del sueño, hizo que aceptara cada detalle de su cara, de su cuerpo, de sí misma.

Y comprendió la razón: aquello era una demostración diaria de amor, una forma de decirle “tú estás por encima de todas las cosas, al menos para mí”; el físico solo es el reflejo del espejo, incapaz de atisbar un milímetro de lo que en realidad eres.

Entonces la vio. Era una niña delgada, de unos cinco años, con la cara llena de pecas. Tan inocente como la lluvia que había caído esa tarde; incapaz de albergar el más mínimo indicio de maldad en su interior. Sonreía a cada instante, parecía despierta, pero, sobre todo, incalculablemente feliz. Al lado, su padre, con una sonrisa a caballo entre la ironía y ternura; figura de la responsabilidad, la alegría, el cariño, la autoestima y la seguridad.

Consideró también que uno no puede escapar a sus raíces; no debe, pues de algún modo, siempre volverá al lugar donde creció; a aquellos años, a aquellos ambientes, a aquellos olores, a aquellos sabores, a aquellos rincones. Últimamente todas esas sensaciones se presentaban en sus noches, tan vivas como los esfuerzos en el trabajo, como la humedad de Madrid aquellos días.

Cerca del cuarto de siglo, rondó por su cabeza la idea de que en el mundo de “los mayores”, todos eran un poco malos y así se refleja en la sociedad, espejo de los valores que subyacen del más puro individualismo. Lo interpretó como una forma de cobardía, pensando -¡claro, así es más fácil; de modo que podemos culpar al enemigo de lo que no queremos ver en nosotros mismos!